Financierización

Financierización

A partir de los años setenta la economía mundial entró en un proceso de crisis estructural que se vio reflejado en el estancamiento de la producción, de la inversión, incremento del desempleo y aumento de la inflación, lo que de alguna forma estimuló la desorganización de los mercados de materias primas estimulando la posición privilegiada de corporaciones trasnacionales, las nuevas formas financieras especulativas y la liberación de movimientos financieros. Con esta crisis se quebró un modelo de acumulación que durante los años cincuenta y sesenta había tenido un crecimiento alto y relativamente estable: en las economías desarrolladas se pasó de un capitalismo regulado por el Estado – que velaba por un Estado de Bien estar- a un capitalismo muchísimo mas desregulado donde el Estado empezó a jugar el rol de subsidiario. Esta transformación cualitativa del sistema se produjo por una serie de medidas llamadas “política de ajuste”, que buscaban recuperar el espacio de ganancia perdido. Algunos de estos ajustes fueron:

La privatización de muchos servicios ofrecidos por el Estado hasta entonces.
Poca regulación activa del Estado en el plano macroeconómico.
Reducción del gasto social.
Reducción de impuestos a negocios y riqueza individual.
Desplazamiento de empleos fijos a temporales (precarización del empleo).
El ataque de grandes empresas y Estados a sindicatos.
Desregulación del comercio y de las finanzas tanto a nivel nacional como internacional.
Incentivo a la competencia desenfrenada y despiadada.

Con medidas de esta naturaleza empezó una nueva revuelta del capitalismo llamada neoliberalismo[1], una especie de revolución al sistema fordista imperante durante la primera mitad del siglo XX. Esta nueva ideología tiene sus bases teóricas más claras en los escritos de F. Hayek y M. Friedman.

Los resultados de estos ajustes y de la restructuración neoliberal, han llevado a grandes cambios en la economía mundial: ampliación de los mercados financieros, presencia significativa de países poco desarrollados, supremacía del dólar, proliferación de agentes , instrumentos y operaciones financieras, y complejidad de estos, desregulación financiera, interrelación de mercados, incremento en la actividad no crediticia de los bancos comerciales, aumento en el poder de los accionistas en comparación con directivos y trabajadores, la reproducción de la incertidumbre y el crecimiento de la inestabilidad económica. Estas, y más consecuencias, se pueden agrupar en un concepto: la Financiarización económica, concepto que busca explicar la nueva relación entre el sistema financiero y el sistema productivo y, que expone también, cómo el sistema financiero ha pasado a dominar al sistema productivo.

Tradicionalmente el sistema financiero ha cumplido la función de canalizar los recursos ahorrados de los agentes económicos con superávit, hacia las empresas que quieren invertir y, hacia los hogares. Si bien este trabajo lo han sostenido en mayor medida los bancos, hoy en día –y cada vez con más fuerza- el sistema financiero es cada vez más autónomo que antes, creando nuevas instituciones que lo mantienen así: fondos mutuos, mercado de bonos, mercado bursátiles (acciones), mercado de derivados, mercado de seguros entre otros. Este crecimiento cuantitativo también va de la mano con un cambio cualitativo, donde estas instituciones están jugando un papel importante en la toma de decisiones de las empresas productivas. De hecho, las empresas también han cambiado su naturaleza a consecuencia de la financiarización, dado que los agentes invierten capital en busca de una revalorización en el mercado bursátil donde compran y vende acciones que otorgan derecho de propiedad sobre las empresas, estas prácticas cortoplacistas han llegado al interior de las empresas para quedarse, es por ello que se preocupan más sobre la creación de “valor” bursátil – por las presiones de los accionistas- que de las estrategias productivas de mediano y largo plazo, lo que implica que las empresas que se transan en la bolsa han quedado al dominio del sistema financiero.

La financierización ha tenido repercusiones importantes en el ámbito empresarial y en la economía global:

Imposición de un referente de rentabilidad por la presión de la competencia.
Sobrevaloración de las acciones como intento de crear “valor” empresarial por encima de cualquier otro objetivo de la empresa.
Centralización del capital (familias más ricas).
Cambio en las estrategias productivas por presión de accionistas.
Creó un volumen de fondos tan alto que sobrepasan las oportunidades de inversión real.

Aumento del riesgo, incertidumbre (en complicidad con las agencias calificadoras de riesgo) y crisis económicas cíclicas provocadas por el sistema financiero: Los 80´, Savings and loans, los 90´, crisis puntocom y año 2000: crisis hipotecas subprime.
Toda esta nueva restructuración del sistema, que ha llevado al neoliberalismo, nunca atacó la raíz del problema: los salarios estancados. Con los bajos salarios que existían era imposible que la acumulación y consumo capitalista pudieran mantener la expansión que se quería llevar a cabo. La única posibilidad para seguir con la expansión era que un grupo de la sociedad gastara más de lo que le ingresaba, vale decir, incrementar el endeudamiento. En cada expansión neoliberal el endeudamiento ha crecido más y más, el sistema solo puede subsistir con un endeudamiento ilimitado. Esto se puede ver empíricamente con la necesidad de burbujas financieras, que la deuda se paga con más deuda, como los “salvatajes” que han venido realizando por las nuevas crisis que se avecinan.

La llegada de este tipo de crisis, producidas por un sistema financiero desregulado, reveló que se trata de crisis sistémicas de una forma particular del capitalismo, el capitalismo neoliberal. No tienen que ser vistas estas crisis como un fenómeno aislado o coyuntural, sino como parte de un largo desarrollo que ha llevado el capitalismo que se ha consolidado gracias a las políticas económicas y monetarias llevadas a cabo por los distintos gobiernos y bancos centrales. Haciendo una analogía a una frase de Marx: la plusvalía es “revolucionaria”, el sistema también.

Francisco Gómez
Estudios Nueva Economía

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