A un año desde la puesta en marcha de la primera farmacia municipal, la Farmacia Popular “Ricardo Silva Soto” de Recoleta, fundada por el reelecto alcalde Daniel Jadue, que entrega medicamentos a bajo costo mediante la coordinación de la demanda y la compra a través de Cenabast. Tras su origen, ya existe un buen número de municipios que han implementado la idea, o están en camino a hacerlo, y que pertenecen a la Asociación Chilena de Municipalidades con Farmacias Populares.
En pocos días asumen nuevos alcaldes y en varios casos el futuro de este tipo de iniciativas es incierto. Las farmacias populares como política de desarrollo social son una solución rápida a los problemas que presenta un mercado de los medicamentos para el bienestar de la población, pero en sí misma no son una solución definitiva al problema del mercado de los medicamentos, aún cuando entrega indicios de la manera en la cual podemos organizar un futuro sistema único y público de salud en Chile.
El problema: la estructura del mercado de medicamentos en Chile
El mercado de los medicamentos se encuentra fuertemente concentrado. Existen siete cadenas de farmacias en el país, con tres de ellas disputándose el 90% del mercado, según un estudio del Centro Nacional de Farmacoeconomía del Ministerio de Salud (Cenafar) realizado el 2013. La fuerte concentración causa problemas evidentes en precio y disponibilidad de medicamentos para la población.
Con respecto al precio, no sólo es alto, sino que se aleja bastante del que puede conseguir un organismo público como Cenabast. Esta misma institución detectó este año diferencias de hasta un 98,7% entre el precio de productos comprados en farmacias y el precio obtenido por Cenabast. En general, para una canasta de 92 productos, se encontró que el precio ofrecido por las tres grandes cadenas es en promedio 3 veces mayor al obtenido por el organismo de compras público.
En segundo lugar, el estudio de Cenafar indica que la mayor parte de las farmacias se concentran en la Región Metropolitana (47,9%), lo que resulta extraño, dada la tendencia del mercado de moverse a aquellos lugares altamente poblados en los cuales puede maximizar su demanda. Sin embargo, que no sea extraño no lo convierte en una situación inocua: la menor disponibilidad de proveedores de medicamentos en zonas rurales, aisladas o ciudades pequeñas se convierte en una restricción de acceso para quienes viven en éstas. Y eso se traduce, finalmente, en mayores costos.
Los mayores costos en medicamentos tienen un fuerte impacto en el bienestar de la población. Sabemos que el gasto en medicamentos representa el 55% del gasto total de bolsillo en salud hecho por las familias chilenas (68% para el primer quintil). Y sabemos, a su vez, que el gasto de bolsillo en salud representa en sí mismo un tercio del gasto total en salud per cápita en Chile, uno de los más altos de la OCDE. En palabras simples, el gasto en medicamentos es alto en las familias chilenas, e inequitativo, dado que afecta con más fuerza a hogares de menores ingresos.
La solución actual: las farmacias populares
El interés y los buenos comentarios que han generado las farmacias populares se entienden, entonces, dentro del panorama adverso que representa el mercado de la salud para los hogares chilenos. El funcionamiento de estas farmacias es totalmente distinto al de una farmacia comercial, puesto que no manejan stock, sino que funcionan como un mecanismo de planificación de la demanda y compra colectiva, a través de Cenabast. Así, se puede aprovechar la capacidad de compra del organismo público para adquirir medicamentos en gran volumen y a menores precios, facilitando el acceso a los habitantes del municipio en el cual se encuentra localizada la farmacia popular en cuestión.
Y si bien las farmacias populares son un beneficio para todos los habitantes de una comuna, sin importar su nivel de ingresos, el pago final o copago que debe hacer cada usuario o usuaria depende de su estado socioeconómico, según lo reporte el Registro Social de Hogares.
Las farmacias populares recuperan así tanto el rol del estado como un proveedor directo de bienes, apoyado en el catastro de las necesidades de los usuarios para planificar la demanda; como el aspecto solidario de la seguridad social, al facilitar el acceso igualitario a través de mecanismos de subsidios para quienes poseen menores ingresos.
No hay duda en el bienestar que esto significa para los hogares. Los cuestionamientos al mecanismo de farmacias populares bajo el slogan de la “eficiencia” no tienen sentido alguno: el poder de mercado de las grandes cadenas de farmacias, que generan una pérdida social al limitar el acceso de medicamentos a parte de la población, puede ser enfrentado por el mecanismo de coordinación de la demanda de las farmacias populares, entregándole mayor poder a los usuarios del sistema de salud.
Por otro lado, el mecanismo permite pensar en la posibilidad de una “economía desde abajo”: recogiendo las necesidades desde el nivel comunal y territorial, pero con la acción coordinadora del gobierno central que permite la acción efectiva para la resolución de tales necesidades. Este tipo de mecanismos de coordinación pueden ser un ejemplo de cómo dar voz y oportunidad a aquellos territorios más rezagados y hacerlos parte del proceso de desarrollo.
¿Política de futuro o consecuencia del mercado?
Existen algunos comentarios críticos importantes que hacer a esta política. Partiendo por las cuestiones operativas, es necesario coordinar de mejor manera el funcionamiento de las farmacias populares con el resto del sistema de salud. Si bien en la página web de la farmacia popular de Recoleta se solicita a los usuarios que no traten de comprar a través de la farmacia popular aquellos medicamentos que deberían recibir gratuitamente en su consultorio, pueden de todos modos existir casos, en esta u otras comunas, en los cuales la farmacia popular local esta situación esté ocurriendo. Para evitar esto, es necesario un fuerte control ciudadano y transparencia con respecto a los movimientos de recursos y la gestión de las farmacias populares, incluyendo la entrega de información estadística a través del Sistema Nacional de Información Municipal (Sinim) y de Cenabast.
Con respecto a los aspectos fundamentales, las farmacias populares indican una posibilidad, pero no la solución, a los problemas del mercado de medicamentos hoy existentes. No se ha generado aún un cuestionamiento al gran mercado farmacéutico, y la búsqueda de mecanismos de producción de medicamentos alternativos al mercado. La razón por la que hoy existen farmacias populares es porque tenemos un mercado concentrado y con tendencia a la colusión de medicinas. Así, son una consecuencia del lucro y la privatización del derecho a la salud, si bien permiten tanto un cuestionamiento a esta situación como un pequeño experimento de organización futura.
Las farmacias populares tampoco cambian el funcionamiento del resto de la salud municipal, esto es, la salud primaria. Mientras las primeras aparecen como un ejemplo de coordinación del nivel local con el nivel central, y de la búsqueda de equidad en salud, la atención primaria está fuertemente fragmentada, poco coordinada con el nivel central, y presenta problemas tanto de equidad como de eficiencia, al depender de las capacidades de gasto y de gestión del municipio.
Y es que las farmacias populares aparecen como una solución dentro de un sistema en donde el mercado y los capitales privados siguen guiando el bienestar sanitario de la población, y donde el sistema de salud sigue dividido entre un sistema privado para quienes tienen más, y un sistema público para quienes tienen menos.
A pesar de esto, y mientras el cambio necesario hacia un sistema nacional y único de salud no suceda, las farmacias populares deben ser defendidas. Es más, esta experiencia puede ayudar a pensar en aspectos futuros y más complejos de tal sistema de salud, como la planificación de la oferta de profesionales de la salud a nivel local, o la coordinación general de las necesidades locales con el nivel central, y el rol que el gobierno local puede tener bajo este sistema. Y todo esto, sin olvidar el gran aporte al bienestar de la población, y el menor peso que significa la reducción de los costos médicos para los hogares del país.