Roles del hogar en Chile: “En la casa te queremos ver, lavando ropa, pensando en él”

Roles del hogar en Chile: “En la casa te queremos ver, lavando ropa, pensando en él”

Cuando Jorge González escribió Corazones Rojos hace 27 años, trató de retratar la realidad de la mujer en la sociedad chilena. Quizás no sabría que esta canción seguiría cobrando bastante sentido en la actualidad, sobre todo cuando se analiza la situación particular de la mujer en el mundo del trabajo.

A modo de ejemplo, basta ver que para el año pasado la participación de la mujer en el mercado laboral se encontraba apenas cercana al 50%, ni cercana a la del hombre, que bordea el 70%; o también, tenemos la conocida brecha que existe en los salarios entre hombres y mujeres, que ha llegado a ser cercana a un 32% por el mismo trabajo. Sin ir más lejos, Chile se encuentra en el puesto número 70 de un total de 144 países en cuanto a desigualdad de género, según en Global Gender Gap, que realiza el Foro Económico Mundial.

Pero ¿qué puede explicar estas desigualdades en el mundo laboral? Según un informe realizado por Comunidad Mujer, en el cual se mide el nivel de machismo en relación con los roles dentro del hogar en las mujeres y posteriormente cómo este influencia en su comportamiento, un resultado importante que se presenta es que las mujeres casadas o con pareja presentan niveles de machismo más elevados que aquellas que simplemente están solteras o se encuentran separadas.

Al vincular los niveles de machismo que se presenta en las mujeres y la participación que ellas tienen en el mercado laboral, los resultados muestran que mientras las mujeres tengan una percepción de los roles dentro del hogar “más machista”, provocará que tengan una menor participación en el mercado laboral. Ahora, es también probable que mientras las mujeres menos puedan participar del mercado laboral, por diversas razones, desarrollen percepciones machistas respecto de los roles dentro del hogar, generando así mayores trabas para desarrollarse personalmente.

Otro factor importante a considerar tiene relación con la distribución de los tiempos dentro del hogar. En noviembre se publicó la Encuesta Nacional de Uso del Tiempo y en ella, como era de esperar, se evidencia crudamente la notable desigualdad en la distribución de los tiempos para trabajos no remunerados dentro del hogar. En esta encuesta son medidas actividades que son necesarias para el funcionamiento de la sociedad. Es así como las mujeres terminan destinando en promedio cerca de 6 horas al día a este tipo de trabajos, mientras que los hombres en promedio tan solo 2,74 horas, es decir, la mitad del de la mujer.

Pero este panorama no es único para Chile, según un documento sobre asuntos de género publicado por CEPAL, en América Latina las encuestas de uso de tiempo realizadas en 10 países confirman que al interior de los hogares existe una organización social fuertemente feminizada, esto quiere decir que son las mujeres quienes destinan más horas semanalmente, en promedio, a trabajos no remunerados, principalmente trabajos de cuidados. Esto implica que el tiempo disponible para las mujeres para trabajo remunerado puede verse disminuido al aumentar la demanda de cuidados en el hogar. En estados que no tienen la capacidad de establecer políticas públicas bien enfocadas en resolver las problemáticas de género, como es el caso de Latinoamérica, la demanda privada de cuidados del hogar debería tender a aumentar.

A pesar de que la participación laboral de las mujeres es muy baja, ha logrado ir al alza durante estos últimos tiempos, lo que indica que, aunque las mujeres tengan una percepción machista sobre los roles dentro del hogar, están saliendo a trabajar de igual manera, pero las tareas domésticas y de cuidados siguen principalmente a cargo de ellas, por lo que la visión machista de los roles dentro del hogar no solo afecta al mercado laboral de las mujeres sino también las perjudica personalmente, disminuyendo su posibilidad de “ocio” considerablemente y, con ello, su calidad de vida.

Últimamente se han hecho esfuerzos para que la mujer sea parte del mercado laboral e “iguale” en participación al hombre. Pero es probable que estos intentos terminen reforzando los roles dentro del hogar o bien la distribución de los tiempos dentro del mismo. Por ejemplo, la ley de sala cunas o el posnatal, que refuerzan la idea de que es la mujer quien debe hacerse cargo del cuidado de los hijos o hijas. Es por eso que ahora que se tiene información respecto a cómo se están distribuyendo los trabajos domésticos, es necesario considerar estos dos elementos al momento del diseño de políticas públicas, ya que estas percepciones sobre la distribución de roles dentro del hogar no solamente definen el comportamiento del mercado laboral, sino que también pautean ciertos comportamientos que polarizan aún más esta división sexual del trabajo.

Resulta vital evidenciar las condiciones de desigualdad dentro de los hogares que nos permitan realizar la autocrítica de las relaciones al interior de estos mismos, analizar el rol que estamos cumpliendo tanto hombres como mujeres, asumir el conflicto y canalizar esfuerzos en hacernos cómplices de cambiar las relaciones de la esfera privada que van a repercutir, sin duda alguna, en las decisiones del espacio público.

 

Roberto Cárdenas

Estudios Nueva Economía

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